Manuela Gómez tenía 9 meses cuando Mercedes Franco la recibió en sus brazos. La mujer había perdido un bebé y los doctores le aseguraron que un nuevo embarazo sería muy riesgoso para su salud. Solo le quedaba un camino: la adopción. La oportunidad de ser madre le llegó con una niña de un barrio popular de Medellín. Desde entonces, Manuela ha vivido con Mercedes Franco y Javier Gómez, sus padres adoptivos.
Ser adoptada, dice Mercedes, ha marcado la personalidad de Manuela. Cuando era niña, pasó por varios colegios privados de Medellín, entre ellos las Bethlemitas y el Santa Clara de Asís. En todos sufrió de matoneo por parte sus compañeros, quienes solían llamarla “recogida”. “Vivíamos cambiándola de colegio”, dice Mercedes. Ella misma cuenta que en una ocasión una de las monjas del colegio le dijo: “Usted debería estar vendiendo dulces en un bus”. Pero nada, ni la peor de las ofensas, le ha dolido tanto a Mercedes como los dos meses que lleva su hija en ‘Protagonistas de Nuestra Tele’.
La noche antes de partir hacia el Reality, Manuela le dijo a su mamá que tenía que madrugar para ir al aeropuerto. Ella se ofreció a llevarla, pero su hija se negó. Prefirió ir sola, pues temía encontrarse con otros concursantes y que la vieran como una niña. Manuela partió dejando atrás su casa, su familia y sus tres años de derecho en la Universidad de Medellín. También, acaso sin darse cuenta, dejaba atrás algo fundamental: el anonimato.
Entre lágrimas, la madre dice que jamás imaginó que sufriría tanto. Ver a su hija expuesta, peleando y gritando groserías ha terminado por enfermarla. En los dos meses que Manuela lleva en la Casa Estudio, Mercedes ha sufrido una embolia y una angina. Contra todas las recomendaciones, cada noche se sienta frente al televisor con la angustia de no saber qué sucederá. “Yo trato de hacer otra cosa, pero es como un imán. Veo y veo y veo a Manuela. Cuando termina el programa me lo repito en el canal 63 de Une”.
Su padre, Javier, un comerciante paisa que nunca ha usado celular, trata de mantener la calma. Lo que más le preocupa es que su esposa se vuelva a enfermar por la angustia. Ambos dicen desconocer a la Manuela que todas las noches sale en televisión. Rocío, su tía, muy cercana a la Protagonista, asegura que en la casa es muy callada y jamás levanta la voz.
Mercedes, por su parte, ruega para que su hija conserve la calma, no se contradiga ni reciba más ofensas. Uno de los momentos más tristes ocurrió cuando Manuela dijo que había tenido una placentera experiencia homosexual. “Eso es por llamar la atención. Es mentira. A ella le fascinan lo hombres”, dice. Lo mismo opina su tía Rocío.
Ambas están de acuerdo en que las tristezas de Manuela en el programa no son fingidas. Su madre ha recurrido a diversos especialistas para curar su continuo desgano, su falta de perseverancia y la tristeza que la acompaña siempre. La ha llevado a sicólogos, sacerdotes, incluso le hicieron una regresión y varias hipnoterapias. Pero nada ha dado resultado. En una ocasión el cura del barrio le dijo a Mercedes: “Manuela tiene el vacío del abandono”. Mercedes afirma que desde que estaba en el vientre, su hija sufrió maltrato. “El papá (biológico) golpeaba a su esposa en el vientre cuando estaba embarazada de Manuela”, dice.
En la Casa Estudio, Manuela se ha convertido en la concursante más odiada por los televidentes. Muchos la ven como una arpía, una joven malvada que solo obedece a Edwin, otro de los concursantes. En uno de los episodios, Edwin le pidió que le preparara seis huevos mientras él hacía ejercicio y coqueteaba con Angélica, otra Protagonista. Los familiares de Manuela se sintieron indignados. Creen que Edwin se está aprovechando de ella, quien parece estar locamente enamorada. Para su madre, es muy raro verla cocinar, pues en la casa nunca lo hace.
La joven es adicta al chat de Blackberry y a las telenovelas. Cuando era pequeña hacía parte de los grupos de teatro de sus colegios. Desde hace varios años practica el patinaje. Además, le encantan los chocolates. Son una debilidad que sus padres han tratado de combatir en vano. Sin embargo, sus familiares aseguran que en televisión se ve más gorda que en la vida real.
Su peso ha sido el detonante de varias discusiones en la casa estudio. Óscar Naranjo, el concursante que se ha convertido en su gran enemigo, le ha dicho “Gorda”, “Vaya a ver si puso la marrana”, “parece una choncha”, “el estómago le hace como gelatina” “sebosa” y “mantecosa”. Ella no se ha quedado atrás y le ha respondido. En una de sus más airadas discusiones le lanzó un zapato a Oscar y se le fue encima mientras gritaba histérica: “¡Marica! No me jodás, a mí que no me joda la vida!”. En otro capítulo, dijo que el frasco de la sal estaba chiquito para reventárselo en la cabeza a Oscar. Estas y muchas discusiones más han tenido quienes son reconocidos como los más polémicos concursantes del reality.
Rocío asegura que “Manuela es muy francota. Ese papel sí lo está haciendo bien. Lo que tiene que decir, lo dice”. Para ella, la actitud de Elianis, expulsada por golpear a Óscar, es entendible. Él es un sociópata que no está bien de la cabeza. Nunca debió regresar”, dice. Tanto Rocío como Mercedes consideran que las palabras son más dolorosas que los golpes. La estrategia de Óscar ha sido recurrir a crudas ofensas verbales, pero jamás se sale de casillas.
La fama ha traído problemas a la familia Gómez. Su madre biológica ha vuelto a aparecer y ha acusado a Mercedes de robarle a su hija. Manuela prefiere no saber del tema, pero cuando tenía 12 años, por petición suya, la llevaron a conocerla. Ese mismo día se enteró de que tenía tres hermanos. Desde entonces, se ha preguntado por qué fue a ella a quien dieron en adopción.
Mientras su hija se expone antes millones de televidentes, Mercedes Franco espera con ansias el momento en que Manuela salga de la Casa Estudio para hablar con ella, reconocerla y tenerla de vuelta en casa como siempre, como la niña juiciosa que no ha vuelto a ver.